La Covid-19 no es la primera epidemia de Andalucía, ni mucho menos. Al igual que otros territorios de Europa, en el sur de España tuvieron lugar grandes episodios de enfermedades infecciosas en siglos pasados. Y algunos de ellos cambiaron la historia de la región de forma significativa. En realidad, brotes de cólera, tifus o disentería ocurrieron en todas las provincias y en épocas muy diferentes, pero en estas líneas analizamos tres de las más famosas, centralizadas en tres zonas diferentes: Málaga, Sevilla y Cádiz.
La peste negra de Málaga en 1349
Una de las primeras grandes epidemias de la que se tiene constancia en el actual territorio andaluz es la de Málaga en 1349. Esta ciudad, que por entonces formaba parte del Reino nazarí de Granada, se vio azotada sin piedad por un brote de peste negra. Aunque en realidad no se originó aquí ni fue la única ciudad que recibió su golpe, pues su origen estuvo probablemente en Mongolia unos años antes. Testimonios de la época muestran cómo los afectados acudían a las puertas de las mezquitas para pedir socorro y morían sin auxilio en los arrabales. Se calcula que, en total, un tercio de la población perdió la vida.
La gran epidemia de Andalucía: la de Sevilla en 1649
Pero la mayor epidemia de Andalucía fue la de peste bubónica que se cebó con Sevilla a mediados del siglo XVII. Concretamente, en 1649, como si se tratara de un siniestro tercer centenario de la que asoló 300 años antes a la Málaga musulmana. La bacteria Yersinia pestis, llegada probablemente desde África, encontró aquí el ambiente perfecto para su mortífera expansión: inundaciones y terreno pantanoso causado por lluvias torrenciales y grandes avenidas del Guadalquivir, lo que generó una gran hambruna en la población por las malas cosechas.
Las gran mortalidad y desesperación llevó a tomar decisiones recuperadas recientemente, como la limitación de la movilidad: en Madrid, capital de la Corte, se prohibió la entrada a todo viajero o mercancía procedente de Sevilla. En total, se calcula que la población sevillana mermó en casi un 50%, con unos 60.000 fallecidos. Y supuso casi la estocada final para una ciudad que había perdido buena parte de su peso comercial con las Indias.
La fiebre amarilla en las Cortes de Cádiz del s. XIX
De nuevo, una ciudad portuaria volvió a ser víctima de una epidemia infecciosa. En este caso, Cádiz, nuevo epicentro del comercio con Ultramar, que no sólo le proporcionó grandes riquezas, sino también enfermedades como la fiebre amarilla. A comienzos del siglo XIX y en diferentes años, estallaron brotes de esta patología tropical que amarilleaba la piel y provocaba otros síntomas como fuertes vómitos. Y aunque no provocó una mortalidad tan alta como la de Sevilla, pocos saben que condicionó mucho uno de los periodos más importantes en la historia de la ciudad: el alumbramiento de la Constitución de Cádiz de 1812.
De hecho, era habitual que las sesiones de las Cortes comenzaran con la lectura del parte sanitario, que debió de recoger fallecimientos como el del político puertorriqueño Ramón Power. Además, el rebrote de 1813 motivó un nuevo traslado de las Cortes a la cercana San Fernando, así como otras medidas que sentaron las bases de la epidemiología moderna.