Excursión al Toledo sefardí: descubre la judería de Toledo… y mucho más

Si viajas al sur de España para seguir los pasos de los judíos de Andalucía, conocerás una apasionante historia, con episodios traumáticos pero también con grandes destellos de luz que alumbran todavía hoy algunos de los rincones con mayor encanto de la región. En estas líneas te contamos todo lo que debes saber sobre los sefardíes, cuya historia y legado se han convertido ya en uno de los atractivos turísticos de la región. 

Contenidos

Dónde está Toledo: principales datos

Toledo se ubica en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Por tanto, en la meseta sur de la Península Ibérica, dentro de un amplio territorio denominado La Mancha, cuyo perfil orográfico es fundamentalmente una gran llanura con alguna pequeña cadena montañosa y elevaciones dispersas en el terreno.

Precisamente Toledo (al menos su casco histórico rodeado de murallas) se ubica en lo alto de una de esas elevaciones, en este caso formada por un meandro del Tajo, el río más largo de la Península Ibérica, con desembocadura en Lisboa. Desde mediados del siglo XX, Toledo se expandió más allá de su casco histórico, urbanizando el terreno llano situado al norte de la colina original. 

En la actualidad, Toledo se trata de una ciudad de tamaño medio, con una población de unos 85.000 habitantes aproximadamente, lo cual la convierte en la tercera más poblada de Castilla-La Mancha (por detrás de Albacete y Guadalajara). Sin embargo, su importancia histórica y su valor simbólico la convirtieron en capital ‘de facto’ de esta comunidad autónoma desde los años 80, puesto que se establecieron aquí sus principales instituciones: la sede de las Cortes y la del Gobierno de la región.

Para que sirva de referencia si tienes pensado venir a descubrir el Toledo sefardí, estas son algunas distancias que separan por carretera a esta ciudad de otros lugares andaluces y españoles:

  • Límite con Andalucía, en el Parque Natural de Despeñaperros (provincia de Jaén): 200 km (1 hora y 50 minutos)
  • Jaén: 280 km (2 horas y media)
  • Córdoba: 340 km (3 horas)
  • Granada: 370 km (3 horas y media)
  • Sevilla: 470 km (4 horas y media)
  • Madrid: 70 km (50 minutos)
Vista de la ciuda de Toledo

Un poco de Historia

Los toledanos pueden decir, con orgullo, que su ciudad es una de las que posee una historia más rica. ¿Qué quiere esto decir? Que no solo es muy antigua sino que, además, desempeñó un papel fundamental en los diferentes periodos históricos de España. Y a ello contribuyeron notablemente los judíos de Toledo, ayudando a que esta ciudad fuese una de las más prósperas siglos atrás. A continuación exponemos un breve repaso a su historia, con especial mención a la configuración de la judería de Toledo y a quienes la poblaron. 

De hecho, esta ciudad recibe el apelativo de “la Ciudad de las Tres Culturas”, en referencia a la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos en Toledo, sobre todo durante la Edad Media. Sin embargo, ese calificativo se olvida de otros muchos periodos históricos, importantes y visibles para quienes visitan la ciudad.

Historia de Toledo
Historia de Toledo

El Toledo prerromano

Cabe decir que la colina en la que se encuentra el casco histórico actual estuvo poblado desde época prehistórica. Hay evidencias de pequeños castros que fueron el germen de una posterior ciudad amurallada carpetana. Los carpetanos eran las tribus prerromanas autóctonas de esta zona y de la llanura que se extiende hacia el norte, hasta Madrid. También se han hallado restos de asentamientos de la Edad del Bronce en el Cerro del Bu, una pequeña colina al otro lado del río Tajo.

La conquista romana: Toletum

En el año 193 a.C Toledo fue conquistado por los romanos, al mando de Marco Fulvio Nobilior. El nombre que recibió fue Toletum y la convirtieron en una de las ciudades más importantes del centro de la Península Ibérica, con estatus de municipio y un alto grado de romanización. Así lo atestiguan los restos de numerosas villas y de importantes infraestructuras civiles, como un acueducto sobre el río Tajo (hoy desaparecido), un circo romano, etc. Por desgracia, no queda nada de la inmensa mayoría de esas construcciones, puesto que sus grandes sillares de piedra fueron reutilizados para construir otros edificios posteriores, como se puede incluso apreciar en determinados monumentos del casco histórico. Es precisamente en esta época, en el siglo IV, cuando podrían haber llegado los primeros judíos a Toledo.

El Reino Visigodo de Toledo

La caída del Imperio Romano dio paso a una época que, para muchos historiadores, es sinónimo de decadencia y oscuridad: el periodo de dominación visigoda, una tribu germánica que contribuyó a la crisis del Imperio Romano y que acabó asentándose y gobernando en la Península Ibérica. Sin embargo, para Toledo, la época visigoda no fue ni mucho menos un periodo oscuro, todo lo contrario: aquí establecieron la capital de su reino, que es conocido en los libros de Historia como el ‘Reino de Toledo’. Es un antecedente de lo que hoy conocemos como España, puesto que fue una entidad política unida que englobaba prácticamente toda la península, al menos desde finales del siglo VI hasta el año 711, año del desembarco y la conquista árabe de casi la totalidad del mencionado reino visigodo. Por lo que respecta a los judíos de Toledo, esta época no fue especialmente próspera, con persecuciones que se acentuaron tras la conversión al catolicismo del rey Recaredo (587). Cabe decir que la cuestión religiosa fue muy importante en Toledo, ciudad en la que se celebraron los principales concilios de la Iglesia de aquel entonces.

La dominación musulmana

Entre los siglos VIII y X, Toledo quedó bajo dominio musulmán dentro de Al-Andalus, supeditado a los designos del emir omeya de Córdoba, posteriormente convertido en califa de Córdoba. En ese periodo, Toledo era una de las principales ciudades de la Marca Media, un territorio fronterizo con los reinos cristianos, situados al otro lado de las cordilleras del Sistema Central. 

Es en esta época cuando, efectivamente, podemos hablar de la ‘Ciudad de las Tres Culturas’, siendo los dominadores musulmanes quienes regían la convivencia entre esas culturas. Y establecieron, entre otras medidas, el estatus de dhimmies a cristianos (mozárabes) y judíos en Toledo. Con ello se les reconocía una serie de derechos, como practicar su fe, pero a cambio del pago de la yizia, un impuesto de diferente cuantía que suponía un reconocimiento ‘de facto’ de la superioridad de la población árabe. En cualquier caso, la situación de los judíos de Toledo mejoró con respecto al periodo anterior.

La descomposición del Califato de Córdoba provocó que Toledo y su entorno se convirtieran en reino taifa y, de alguna manera, supuso un cambio de tornas, pues desde entonces la taifa de Toledo que se vio obligada a pagar impuestos (parias) a los reyes castellanos, para poder mantener su estatus autónomo.

La reconquista cristiana y Baja Edad Media

En torno a 1085, el avance reconquistador a cargo de Alfonso VI culminó con la toma de Toledo. Una toma que, pese a los relatos idealizantes medievales, fue fruto más bien de un acuerdo diplomático entre éste y el rey toledano en apuros, Al-Qadir, sucesor de su abuelo Al-Mamún (que había muerto envenenado)… y que acabó recalando como rey de Valencia.

En este periodo también convivieron cristianos, musulmanes (mudéjares) y judíos en Toledo, pero ahora con dominio cristiano. Se puede considerar una época de gran esplendor, sobre todo a nivel cultural, como por ejemplo demuestra la construcción de la catedral. Otro de los mejores ejemplos de ello fue la creación en el siglo XII de la Escuela de Traductores, que ayudó a la divulgación de textos de diferentes culturas y tradiciones: árabe, hebreo, griego, latín, lenguas romances, etc. Y en ella participaron decisivamente los judíos de Toledo.

En este periodo oscilaron los momentos de gran prosperidad para lo que hoy conocemos como Toledo sefardí, por ejemplo con la protección de su población por parte del mencionado Alfonso VI, con episodios negativos como revueltas y persecuciones contra los judíos en Toledo (1355, 1391).

Edad Moderna: gloria y decadencia con los Austrias

Los últimos años del siglo XV fueron importantes para la ciudad. Bajo el reinado de los Reyes Católicos, Toledo mantuvo su importancia. Así lo demuestran algunas construcciones, como San Juan de los Reyes, cuyo monasterio les servía de alojamiento y cuya iglesia es hoy uno de los mejores ejemplos arquitectónicos de aquel periodo de esplendor para España (conquista de Granada, llegada a América)… pero que tuvo una gran sombra: la expulsión de los judíos de Toledo y de los reinos españoles (Castilla y Aragón) en 1492.

Con la llegada de la dinastía de los Austrias, Toledo alcanzó su cénit: el rey emperador Carlos I de España y V de Alemania le otorgó el título de Villa Imperial, un honor que todavía hoy luce con orgullo el Ayuntamiento, pues su escudo alude claramente a aquel hecho: águila bicéfala, un doble trono a ambos lados… Este monarca gobernó su imperio desde el Alcázar y, en su ausencia, lo hacía su amada esposa Isabel de Portugal desde el Palacio de Fuensalida, hoy sede de la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha (situado junto a la judería de Toledo, como veremos).

Pero la suerte cambió drásticamente para Toledo con su hijo, Felipe II, que decidió establecer la capitalidad fija del reino en la cercana Madrid, lo que supuso un enorme éxodo hacia ella. La ciudad perdió población y peso político, pero mantuvo su importancia e influencia a nivel religioso a través de su Arzobispado. Y gracias a esa pujante clientela eclesiástica, la ciudad pudo atraer y retener a uno de los grandes artistas de su historia: El Greco, a finales del siglo XVI y principios del XVII.

La última gran apuesta por Toledo, con el Borbón Carlos III

La Guerra de Sucesión de comienzos del siglo XVIII conllevó el cambio de dinastía en el trono de España, pero no trajo necesariamente grandes cambios a la ciudad de Toledo. Solo en la segunda mitad de esa centuria se pueden destacar los intentos del monarca ilustrado Carlos III para devolver cierto esplendor a Toledo. De esa época datan algunos proyectos como la Real Fábrica de Espadas de Toledo, sabedor del prestigio mundial de estas armas de acero hechas en la ciudad, lo cual derivó en la más general Fábrica de Armas de Toledo, situada en lo que hoy es grosso modo el campus de la Universidad de Castilla-La Mancha, junto al río Tajo.

Siglo XIX, la centuria más oscura

Pero sin duda, la principal época de decadencia llegó a Toledo con el siglo XIX. La ciudad no consiguió ‘subirse’ al tren de la industrialización y vio cómo sus edificios entraban en un proceso de abandono y ruina, sobre todo a raíz de la Guerra de la Independencia contra Napoleón. Nadie mejor que el famoso fotógrafo francés Jean Laurent para retratar el estado de la ciudad a mediados de esa centuria, en la que hubo una gran pérdida patrimonial.

Una decadencia que llegó incluso a los cigarrales: las villas de recreo y descanso situadas en la colina al otro lado del río Tajo. Estas propiedades se fueron troceando a través de las sucesivas generaciones de herederos, llegando a desaparecer o desvirtuarse muchas de ellas.

Solo el Arzobispado consiguió mantener su prestigio, así como la Academia de Infantería de Toledo, toda una institución militar en España. Ésta última tuvo su sede en el Alcázar desde finales del siglo XIX hasta su destrucción durante la Guerra Civil, lo que obligó a trasladarlo al edificio actual, situado frente al mencionado Alcázar, pero al otro lado del río Tajo. Para dar cuenta del prestigio de esta institución vale mencionar que los dos máximos jefes militares enfrentados en la Guerra Civil fueron alumnos de la Academia: Vicente Rojo Lluch, por parte del bando repúblicano, y Francisco Franco, por parte del bando rebelde o nacional.

El turismo: una nueva vida para Toledo

El siglo XX generó en la ciudad el mismo trauma que en el resto de España: la inestabilidad que desembocó en la Guerra Civil, con la consiguiente posguerra y dictadura franquista. El boom de los años 60, que se tradujo en una explosión de la natalidad, tuvo su reflejo en el surgimiento de nuevos barrios más allá del casco histórico, como son el de Santa María de Benquerencia o La Reconquista.

Y la irrupción del turismo, especialmente el de carácter internacional, otorgó una nueva vida a Toledo. Ya sea como excursión desde Madrid o como viaje desde otras regiones como Andalucía, la ciudad se ha hecho un hueco entre los destinos más atractivos para los turistas. Sobre todo, a raíz de su declaración como Patrimonio Mundial por la Unesco en 1986.

Cierto es que en la actualidad, este boom turístico tensiona la cuestión residencial en el casco histórico y en la judería de Toledo, pues muchos de sus edificios pintorescos y antiguos han dejado de albergar a toledanos para convertirse en hoteles y apartamentos turísticos. Sin embargo, las nuevas ordenanzas en materia de vivienda están tratando de encontrar el adecuado término medio entre aquellos que desean disfrutar de Toledo como visitantes y los que lo hacen de manera permanente como residentes.

Historia del Toledo sefardí

Como hemos visto, en la historia de Toledo los judíos han desempeñado un papel fundamental hasta su abrupta expusión en 1492. Por eso, merece la pena detenerse en los hechos más importantes de esta comunidad en la ciudad, que han configurado lo que hoy conocemos como el Toledo sefardí.

Llegada de los judíos a Toledo

No se tiene claro en qué momento llegaron los judíos a Toledo, pero se sostiene que desde tiempos muy tempranos de la Toletum romana, quizás tiempo después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por parte del general romano y posterior emperador Tito (año 70 d.C) o quizás tras la gran dispersión por el Imperio Romano a raíz de las represalias por la rebelión de Bar Kojba en el año 135 d.C.

Sea cual sea el desencadenante de la llegada de los judíos a Toledo y el momento exacto en que esto se produjo, se puede decir que aquí de se encontró una las primeras evidencias de presencia judía en lo que hoy conocemos como España: se trata de un fragmento de lucerna que aparece decorada con una menoráh y que ha sido datado en el siglo IV d.C.

Todo hace indicar que, en esos momentos, la comunidad de sefardíes en Toledo era reducida Y así era también en tiempos de dominación visigoda, con algunos monarcas aplicando un tratamiento intransigente y antisemita. Para entonces (siglo VI), ya es probable que los judíos de Toledo estuvieran concentrados geográficamente en un mismo lugar de la ciudad.

La judería de Toledo a lo largo del tiempo

Sin embargo, la primera judería de Toledo que hoy conocemos surgió probablemente en el siglo IX, cuando los dominadores musulmanes, mucho más tolerantes que los precedentes visigodos, asignaron una zona de la ciudad a los sefardíes (Madinat al-Yahud), y la dotaron de muralla. No se puede decir que fuera una zona privilegiada, sino todo lo contrario: en el extremo occidental, alejada del núcleo principal de la ciudad, donde quizás desarrollaban actividades consideradas poco salubres (tenerías, mataderos, etc.), con una cierta sensación de marginación. No obstante, la convivencia debió de ser pacífica, con los judíos de Toledo participando en otras actividades de mayor proyección, como el comercio.

El panorama general cambia en 1085, con la conquista de la ciudad por parte del rey castellanoleonés Alfonso VI. En estos primeros tiempos de dominio cristiano, los judíos de Toledo vivieron una situación favorable: los nuevos reyes necesitaban a los sefardíes por su alta preparación (recordemos que el estudio de la Torá ‘obliga’ a sus creyentes a saber leer) y por su buen conocimiento de la lengua árabe. Y con el tiempo, se convirtieron en auténticos financiadores de proyectos reales. Eso sentó las bases de una relación cercana y de confianza entre los reyes y la comunidad judía toledana… aunque no siempre se pudo decir lo mismo con respecto a la población cristiana en general. Por ejemplo, en 1108 hay testimonios de persecuciones e incluso matanzas de judíos en Toledo, lo mismo que en 1178 y 1212, quizás por el recelo que esa buena relación con los reyes generaba en las capas más bajas de la sociedad toledana.

Pero eso no impidió que la población del Toledo sefardí creciera, sobre todo a raíz de la invasión almohade en la vecina Al-Ándalus, lo que provocó una gran emigración hacia tierras cristianas, como Toledo. Eso trajo a numerosos filósofos, gramáticos, científicos y sabios en general, facilitando que en 1147 el obispo Raimundo de Toledo fundara la Escuela de Traductores. Es durante el reinado de Alfonso X (segunda mitad del siglo XIII) cuando la judería de Toledo alcanzaría su mayor extensión. Según algunas fuentes, se calcula que pudo haber una decena de sinagogas, lo que daría cuenta del gran tamaño del barrio.

Pero el siglo XIV es mucho más negativo para los judíos de Toledo, al menos en lo que respecta a la conflictividad social. Crece el antisemitismo, a menudo alentado por predicadores que culpaban a la población sefardí de males concretos como la peste negra de 1348 o de cuestiones propias del fanatismo religioso como la muerte de Cristo. La guerra civil entre Pedro I de Castilla y Enrique de Trastámara (Enrique II) también propició ataques antisemitas, pues los judíos de Toledo se posicionaron con el primero. Otros ataques tuvieron lugar en 1355 y en 1391, en paralelo a las revueltas que asolaron ciudades andaluzas como Sevilla.

En este contexto se enmarca la vida de uno de los más famosos judíos de Toledo: Samuel Ha-Levi. Una fama que deriva del alto rango que ocupó: fue Camarero Mayor y, después, Tesorero del Rey Pedro I de Castilla y, como tal, uno de los hombres de su máxima confianza. Nació en 1320 en Toledo, en el seno de una familia con orígenes tunecinos. Tuvo un gran palacio en la judería de Toledo (actualmente parte del Museo de El Greco) y ahí mismo guardó parte del tesoro real. Por ello, fue saqueado en el marco de la guerra civil entre Pedro I y su hermano Enrique (a la postre Enrique II, iniciador de la dinastía Trastámara), aunque consiguió una cierta restitución de sus bienes y de los del rey. Logró construir una sinagoga de uso privado, justo al lado de su palacio, hoy conocida como Sinagoga del Tránsito, en una época (mediados del siglo XIV) en la que la construcción de estos templos estaba prohibida por ley. Amasó una gran riqueza y eso le permitió contar también con una gran casa en la judería de Sevilla, hoy barrio de Santa Cruz. Pero esa posición privilegiada despertó suspicacias y recelos que llegaron incluso al rey, quien lo encarceló por un presunto delito de sustracción de bienes del tesoro real, muriendo prisionero en 1360 sin llegar a demostrarse tal extremo

En el siglo XV, las tensiones fueron a más, y no se limitaron solo a los judíos de Toledo, sino también a los conversos o cristianos nuevos. Fruto del hartazgo, estalló una gran revuelta sefardí en 1467, cuya muchedumbre cercó la catedral e incluso provocó un gran incendio en el barrio de la Magdalena. Como consecuencia de ello, muchos judíos de Toledo se vieron obligados a huir de Castilla para evitar mayores represalias… que de todas formas llegaron más tarde de manera generalizada con el Edicto de Granada de 1492. Ese año, por tanto, se pone punto y final a la judería de Toledo, que desapareció como tal, aunque muchos optaron por la conversión (real o no) para mantener sus casas en la judería. En cualquier caso, como veremos, las reminiscencias sefardíes aún son muy apreciables en este singular barrio. 

Pero desde entonces, se inició un clima de continua desconfianza hacia esos cristianos nuevos o conversos, con la sospecha de que fueran “marranos” (con perdón con la expresión peyorativa, pues era la que se empleaba en la época) y con la aplicación de los discriminatorios Estatutos de Limpieza de Sangre (obligación de provenir de una familia no conversa para, por ejemplo, acceder a determinadas instituciones).

Calle Samuel Levi
Calle Samuel Leví - Judería de Toledo

La expulsión de los judíos de Toledo: la Llave

En el contexto europeo, las expulsiones de los judíos eran ya un hecho: en en Inglaterra a finales del siglo XIII, en Francia durante el siglo XIV, en territorios italianos a finales del XV… Y la hostilidad de la población cristiana hacia la sefardí en Castilla hacían posible esa medida en Toledo. Así, el final de la Guerra de Granada con la conquista de ese reino precipitó los hechos, publicándose el infausto Edicto de Granada el 31 de marzo de 1492. En él, se daban cuatro meses para que todos los judíos de Castilla y Aragón llevaran a cabo lo siguiente:

  • Salir de los reinos o convertirse al cristianismo, bajo pena de muerte y confiscación de bienes para quienes no lo hicieran
  • Vender sus bienes inmuebles, percibiendo dichas cantidades en letras de cambio o mercaderías (no monedas), lo que obligó a los judíos de Toledo a ‘malvender’ sus proipiedades

Una decisión tomada por los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, que supone uno de los episodios más oscuros de la Historia de España, y que ya en su momento despertó la ira y la crítica de sus contemporáneos. En este sentido, cabe citar una frase profética atribuida a Isaac Abravanel, teólogo y empresario sefardí al servicio de los reyes de Castilla en el siglo XV:

“En el curso del tiempo el nombre tan admirado de España se convertirá en un susurro entre las naciones”.

Sea como fuere, este Edicto acabó siendo acatado con resignación por los judíos de Toledo, pero también despertó la esperanza de un regreso a casa en el futuro. Un sentimiento que nunca abandonó a los sefardíes repartidos por el mundo y que no se apagó ni siquiera con el paso de las generaciones. Nada mejor para exponer ese sentimiento que la famosa leyenda de las llaves sefardíes:

Como parte del escaso equipaje material (y abundante equipaje emocional) que llevaron consigo al exilio los judíos de Toledo, muchos incluyeron las llaves de sus casas. Y las conservaron como un auténtico tesoro, de generación en generación, con la esperanza de que un día pudieran volver a la judería de Toledo y que dichas llaves sirvieran aún para abrir las puertas de sus casas. Y aunque la idea de las ‘llaves de Toledo’ se ha mantenido como algo simbólico en el imaginario colectivo de los sefardíes en el exilio, lo cierto es que aún hoy algunos las conservan realmente.

En cambio, la que sí se puede considerar una ‘llave’ que abre muchas puertas en la actualidad es el ladino, la lengua judeoespañola que los sefardíes mantuvieron en el exilio y que aún es hablada por más de un millón de personas repartidas por distintos países. Su parecido al castellano medieval es sorprendente, y su uso fue una de las condiciones habilitantes para adquirir la nacionalidad española, cuando hace unos años se promulgó una ley con la intención de reparar el daño histórico causado a los sefardíes, quienes también contribuyeron decisivamente en la configuración de lo que hoy se conoce como España.

Llave de Toledo
Llave de Toledo

Qué ver y qué visitar en el Toledo sefardí

Si vas a realizar una excursión o un viaje al Toledo sefardí, hay algunos lugares que no puedes dejar de conocer. Visitar todos o solo algunos de ellos dependerá de tu tiempo disponible, pero lo que es seguro es que resultan muy enriquecedores para todos los interesados en la historia judeoespañola y en la cultura en general.

Juderia de Toledo

La judería de Toledo

Se suele decir que la judería de Toledo era ‘una ciudad dentro de la ciudad’. Y razones no faltan, puesto que en algunos momentos de su historia parece que llegó a tener sus propias murallas o, al menos, una cerca que delimitaba su perímetro. No debió de ser el único sistema defensivo ideado para la seguridad de los propios sefardíes de Toledo: se cree que todas las casas estaban comunicadas entre sí, al menos de manera visual, de tal forma que los vecinos podían avisarse los unos a los otros de manera rápida en situaciones de ataque.

La judería de Toledo se ubica en la zona suroccidental del casco histórico, dentro del recinto amurallado. Tenía diferentes accesos, pero el principal debió de ser el Puente de San Martín. Hoy ya no quedan restos de la mencionada cerca que delimitaba el perímetro del barrio, pero en la actualidad hay otro sistema fácil que nos permite entender si estás o no en el territorio de la judería de Toledo: la asociación Caminos de Sefarad, con la aprobación del Ayuntamiento, ha repartido pequeños azulejos por todas las calles y rincones que formaban parte de aquel barrio, y los podrás encontrar tanto en el suelo como en las paredes. Estos azulejos son de tres tipos, cada uno con su propio significado:

  • Un logotipo que asemeja a un mapa de la Península Ibérica: es el logo de Caminos de Sefarad – Red de Juderías de España
  • Un candelabro de siete brazos, es decir, una Menoráh
  • La palabra hebrea que se lee “Jai”, es decir, vida

Por tanto, pasear por la judería de Toledo supone un evocador paseo por el tiempo, que nos permite imaginar cómo era aquel Toledo sefardí tan próspero y tan resiliente. Además, en esta zona se ubican los siguientes monumentos relacionados con los judíos de la ciudad.

Sinagoga. de Santa Maria la Blanca
Sinagoga. de Santa Maria la Blanca

Sinagoga de Santa María la Blanca

Esta es una de las dos sinagogas que se conservan en la judería de Toledo, en la que llegó a haber cerca de una decena. Y de las dos conservadas, esta es la más antigua. Su construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XII. Se corresponde, por tanto, con la llegada de numerosos sefardíes de Al-Andalus en tiempos de la invasión almohade en el sur de la Península Ibérica, defensores de una versión muy ortodoxa del Islam que limitó enormemente la presencia de judíos en sus dominios.

Eso explica que el estilo interior de esta sinagoga tenga un aire mudéjar (hecho por musulmanes para clientes judíos o cristianos), relacionado con otras construcciones en las que también se aprecia la impronta del arte almohade. De hecho, tanto su planta como la distribución de las naves recuerdan al interior de una sala de oración de una mezquita. Este templo, a su vez, ejerció influencia en otras sinagogas posteriores en territorio peninsular, como la sinagoga de Segovia, hoy iglesia del convento del Corpus Christi.

El nombre en sí puede resultar extraño: el calificativo de “Santa María la Blanca” se debe a que desde finales del siglo XIV, este templo funcionó como iglesia, por voluntad de San Vicente Ferrer, predicador antisemita que instigó el pogromo de 1391 en la judería de Toledo. Sin embargo, en el ambiente popular quedó instalada la sospecha de que su interior siguió funcionando como sinagoga por cristianos pretendidamente conversos. Esa sospecha se sustentó sobre todo en el supuesto uso de la puerta lateral, orientada al norte, en el momento de la salida después de las reuniones, en lugar de usar la actual puerta de entrada principal (lado occidental). De ese modo se evitaría dar la espalda al Arón Kodesh o Hejal, donde se guarda la Torá, que estaba ubicado en la pared oriental y, por tanto, orientada a Jerusalén.

Después de usarse durante un breve periodo como iglesia, en el siglo XVI se convirtió en un beaterio de ‘mujeres públicas’ arrepentidas. En el siglo XVII permaneció desocupado, en el XVIII sirvió como cuartel militar para tropas toledanas y a comienzos del XIX, como depósito de material militar en el contexto de la Guerra de la Independencia contra Napoleón. Décadas después, su estado era absolutamente ruinoso fruto del abandono y tocó fondo para después convertirse en un verdadero hito: su restauración en 1851 se considera una de las primeras rehabilitaciones desde un punto de vista moderno, en la que se trató de recuperar el esplendor pasado con un gran respeto al proyecto original. En el siglo XX, su propiedad fue adjudicada a la Iglesia, aunque con carácter de Monumento Nacional, sin celebrar culto en su interior. En la actualidad, es uno de los lugares más visitados del Toledo sefardí y la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) ha solicitado al Arzobispado de Toledo su restitución como sinagoga.

Llaman poderosamente la atención sus pilares de sección octogonal, sobre los que descansan arcos de herradura, con capiteles realmente originales en los que se aprecian relieves vegetales en forma de volutas y piñas. Los arcos ciegos lobulados, las molduras y los relieves de yesería son también de una calidad exquisita, con tramas de líneas geométricas llamada ‘sebka’ y que también están presentes en otras grandes obras del arte almohade, como la Giralda de Sevilla o la mezquita Kutubia de Marrakech. 

Si levantamos la cabeza, descubrimos un artesonado de madera de alerce, de gran valor, destacando la estructura de par y nudillo de la nave central, una tipología muy ligada a Toledo. Y si bajamos la mirada, también tiene un carácter marcadamente local el pavimento con detalles de azulejos, una especialidad en la que los artesanos toledanos han mantenido su prestigio a lo largo de los siglos. Por último, en el extremo norte de la nave central se puede apreciar una decoración de cochas y veneras bajo la bóveda: es un detalle añadido en el siglo XVI, atribuido al arquitecto Alonso de Covarrubias. 

Y por último, mencionamos un clásico reto presentado a los visitantes de este templo: ¿serías capaz de encontrar la única Estrella de David presente en este templo? Una pista: la encontrarás cerca de la entrada principal. Este detalle nos hace comprender que la Estrella de David, gran símbolo judío en la actualidad, no ocupaba un lugar tan destacado en la iconografía judía en sus orígenes. Al menos, no tanto como la Menoráh, verdadero símbolo omnipresente.

Sinagoga el Tránsito

Sinagoga del Tránsito - Museo Sefardí

Se trata de la otra sinagoga del Toledo sefardí. La tratamos aquí en segundo lugar por cuestiones cronológicas: se construyó casi dos siglos después que la Sinagoga de Santa María la Blanca. Sin embargo, se trata de un espacio con un gran trasiego de visitantes igualmente, y resulta un lugar todavía más apropiado para sumergirse en la historia y la cultura de los judíos en Toledo. Esto es así porque su recinto no solo alberga la sinagoga propiamente dicha, sino también otras dependencias interiores y exteriores que conforman el llamado Museo Sefardí, en este caso dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte.

El gran impulsor de la Sinagoga del Tránsito fue Samuel Ha-Levi, tesorero del rey Pedro I y al que hacíamos referencia en el apartado de la Historia de los judíos en Toledo. De hecho, su nombre más adecuado sería el de Sinagoga de Samuel Ha-Levi, puesto que la concibió como una sinagoga privada junto a su Casa Palacio. Sin embargo, tras la expulsión de los judíos de Toledo en 1492, pasó a manos de la Orden de Calatrava y posteriormente se convirtió en iglesia de San Benito, acogiendo un altar en el antiguo Hejal con un cuadro llamado El Tránsito de la Virgen, lo cual dio pie a ese cambio de nombre. 

Al igual que la Sinagoga de Santa María la Blanca, le siguieron otros avatares: en el siglo XVIII inicia su decadencia (paralela a la decadencia de la de Orden de Calatrava), en el XIX se empleó como barracón militar y posteriormente fue desamortizada. Desde 1877 se restauró en diferentes ocasiones hasta convertirse en el museo actual ya en el siglo XX. Además, algunos de sus espacios como la Galería de Mujeres o la escuela rabínica se utilizaron también como vivienda, hospital o asilo de caballeros calatravos.

Hay un gran contraste entre la austeridad exterior y la riqueza decorativa interior, especialmente en la Gran Sala de Oración, que a muchos visitantes recordará a la de la Sinagoga de Córdoba, pues ambas son del siglo XIV y comparten elementos estilísticos.  

En los frisos se aprecia un horror vacui logrado principalmente con trabajos de yesería geométricos y vegetales que tapizan toda la superficie, pero también con inscripciones caligráficas e incluso con heráldica. 

Mención especial merece el artesonado de la Gran Sala de Oración: de par y nudillo, con madera de alerce, que muestra una perfección geométrica extraordinaria y reluce gracias a su decoración policromada con incrustaciones de marfil. 

El museo, por su parte, está formado por cinco salas y dos patios, en los que se repasan los siguientes temas: los judíos en el Antiguo Oriente, los judíos en la época romana, visigoda y Al-Ándalus, los judíos en los reinos cristianos, jardín de la memoria y excavaciones arqueológicas. En la que fuera Galería de Mujeres hay dos salas dedicadas al ciclo vital y festivo en el judaísmo.

Museo el Greco

Casa Palacio de Samuel Leví - Museo de El Greco

Paradójicamente, el Palacio de Samuel Ha-Levi, tesorero del rey Pedro I en el siglo XIV, forma parte en la actualidad del llamado Museo de El Greco… que en su momento se llamó Museo-Casa de El Greco porque la intención original de sus promotores, a comienzos del siglo XX, fue la de recrear el ambiente en el que debió de vivir el famoso pintor. Sin embargo, la estructura histórica (muy reformada) y sus jardines se corresponderían con esa casa-palacio en la que Samuel Ha-Levi vivió y guardó gran parte de los bienes materiales de Pedro I. Y como puede verse desde una de sus puertas (calle Samuel Leví), se encontraba junto a la mencionada Sinagoga del Tránsito, un rincón lleno de encanto en el Toledo sefardí, donde se aprecia la arquitectura típica toledana de puertas para afuera: la combinación de ladrillo con mampostería, conocido como aparejo toledano, y tejados con teja árabe de barro cocido.

Casa del Judío
Casa del Judío

Casa del Judío

Como hemos visto, la Casa Palacio de Samuel Leví ha llegado muy modificada hasta nuestros días. Pero muy cerca de ella, en la Travesía de la Judería 4, tendrás la posibilidad de ver realmente cómo era una vivienda del Toledo sefardí. Ahí se encuentra la Casa del Judío, construida probablemente en el siglo XIV, que según creencia popular perteneció más tarde a un judío de nombre Ishaq a finales del siglo XV y que, antes del Edicto de Granada, pudo prestar dinero a Isabel la Católica para financiar el viaje de Cristóbal Colón a América. Hoy es una casa museo que conserva los principales espacios de una vivienda judía, así como elementos decorativos muy característicos. Por ejemplo, sobre el dintel se puede leer un pasaje de la Torá: “Gracias te doy, porque me has respondido”. En su patio interior también se conservan hermosos trabajos de cerámica y yesería. Y en el sótano se puede ver un mikvé o baño litúrgico, en el que sus moradores buscaban la purificación espiritual.

Catedral
Catedral

Otros atractivos no relacionados con los judíos en Toledo

Hasta ahora hemos analizado profusamente los principales monumentos del Toledo sefardí, ubicados en su judería. Sin embargo, en otras zonas de la ciudad hay más monumentos de enorme interés, especialmente en los otros barrios del casco histórico. Por tanto, si quieres visitar otros espacios no relacionados directamente con los judíos de Toledo pero igualmente bellos e interesantes, esta es una lista que te puede orientar.

  • Catedral de Toledo: es el gran monumento histórico-artístico de Toledo. Construida en estilo gótico, se necesitaron más de dos siglos para cerrar su estructura (siglos XIII-XV)… y mucho más para decorar su interior, pues conserva obras de los principales artistas españoles e internacionales en estilos como el renacentista, el barroco o el neoclásico. Mención especial merecen maestros como Juan de Borgoña (Sala Capitular), Luca Giordano, Francisco de Goya y El Greco (Sacristía), Narciso Tomé (Transparente), Alonso de Covarrubias (Capilla de Reyes Nuevos), Alonso Berruguete (Coro), Enrique Egas, Felipe Vigarny y Pedro Gumiel (Retablo de la Capilla Mayor) … entre otros muchos
  • Alcázar – Museo del Ejército: se trata del otro gran monumento de Toledo, al menos en lo que a proporciones se refiere, pues destaca en prácticamente todas las panorámicas de la ciudad. Hay que decir que resultó absolutamente devastado durante la Guerra Civil, pero en su reconstrucción se trató de mantener su estilo original, propio de la dinastía de los Austrias. En la actualidad alberga el Museo del Ejército
  • Iglesia-monasterio de San Juan de los Reyes: se trata de la otra joya gótica de la ciudad, muy cerca de la judería de Toledo, por cierto. Mandado construir por Isabel I de Castilla, la Católica, para conmemorar su estratégica victoria en Toro (1476). Era la iglesia de un monasterio que quedó destruido durante la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, aunque se han reconstruido y restaurado algunos elementos
  • Iglesia de Santo Tomé: universalmente conocida por contener la pintura El entierro del señor de Orgaz, obra cumbre de Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco. La capilla en la que se encuentra esta pintura es de pago, pero no el resto de la iglesia. También es de especial belleza su torre campanario, en estilo mudéjar toledano
  • Iglesia de los Jesuitas: construida en el siglo XVII por Pedro Sánchez, un arquitecto muy activo en Madrid. Por ello, no es casualidad que guarde un gran parecido con la Colegiata de San Isidro de la capital, de estilo jesuita igualmente, especialmente la cúpula encamonada, que es una de las grandes aportaciones de la arquitectura barroca religiosa española. Además, se puede subir a una de sus torres para disfrutar una de las panorámicas más hermosas del casco histórico desde dentro. Está consagrada a San Ildefonso, patrón de Toledo, donde se cree que pudo estar su casa natal
  • Iglesia del Salvador: una de las iglesias más históricas, ubicada muy cerca de la judería de Toledo. En su interior se aprecia un mix de estilos históricos, incluidos elementos visigodos e incluso algún sillar reutilizado de época romana. Aunque sigue funcionando como iglesia, se realizaron trabajos arqueológicos dando lugar a un yacimiento en su subsuelo, que se puede visitar en la actualidad
  • Antigua Mezquita Cristo de la Luz: ubicada en el barrio islámico de Toledo. A pesar de su pequeño tamaño, se trata de una construcción realmente histórica, del año 999, en la que se aprecia la influencia de la mezquita de Córdoba, precisamente en la época de mayor esplendor del Califato Omeya de aquella ciudad. Tras la reconquista de Toledo, se consagró como templo cristiano y se le adosó una cabecera románico-mudéjar
  • Convento de Santo Domingo el Antiguo: la iglesia de este convento del siglo XVI, que es visitable, ofrece un ‘lujo’ muy difícil de ver en estos tiempos: contemplar cerca de una decena de ‘Grecos’ en su lugar original, es decir, en el lugar para el que fueron concebidos, que fueron diferentes retablos de este templo. Además, este fue uno de los primeros encargos que recibió el pintor cretense a su llegada a la ciudad. Otro de los alicientes de visitar este convento es que en su misma plaza se levanta otra iglesia espectacular: la parroquia de Santa Leocadia, del siglo XIII y, por ello, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura mudéjar toledana
  • Otras iglesias y edificios religiosos de interés: los amantes del arte religioso tienen en Toledo un auténtico paraíso, puesto que en cada rincón de la ciudad hay ejemplos de gran interés. Se pueden citar el Convento de San Clemente (donde se dice que se inventó el mazapán en época medieval), la iglesia de Santa Eulalia, la ermita del Cristo de la Vega (una de las más sentidas por los toledanos), la iglesia de Santiago del Arrabal (magnífico ejemplo del arte mudéjar)… entre otras muchas
  • Museo de El Greco: museo imprescindible para conocer la vida y la obra de este pintor universal, para siempre unido a la ciudad de Toledo a finales del siglo XVI y principios del XVII. Su colección permite conocer la evolución del estilo de este artista, que fue un auténtico verso suelto en la Historia del Arte de Occidente. Entre las obras maestras están Vista y plano de Toledo, El apostolado y El Redentor. El museo, por cierto, se ubica en la que fue Casa Palacio de uno de los más importantes judíos de Toledo: Samuel Ha-Levi, y por ello también lo mencionamos en la sección dedicada a la judería de Toledo
  • Museo de Santa Cruz: es uno de los mejores museos de Toledo, no solo por su contenido sino también por su continente. Se ubica en el antiguo Hospital de Santa Cruz del Cardenal Mendoza, una de las obras maestras del Renacimiento plateresco de la ciudad, a cargo de Enrique Egas y Alonso de Covarrubias. La colección expuesta en su interior invita a hacer un repaso por la extensa historia y cultura de Castilla-La Mancha, con magníficas piezas de pintura barroca, mobiliario de época, tapices, pendones y la extraordinaria Colección Carranza de cerámica talaverana
  • Museo Hospital Tavera: ubicado en un espectacular edificio renacentista italianizante, que fue la sede de un hospital fundado por el Cardenal Tavera a mediados del siglo XVI. Alberga una riquísima colección de pinturas de los siglos XVI y XVII, entre cuyos autores se puede destacar José de Ribera, Tintoretto o Sánchez Coello. También posee una magnífica colección de cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo, cuya técnica artesanal fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco
  • Museo de los Concilios – Iglesia de San Román: lugar imprescindible para conocer la época visigoda de la ciudad (siglos VI y VII), un periodo en el que la ciudad se convirtió en capital del reino peninsular y en el que ya había judíos en Toledo. Y al igual que otros monumentos de la ciudad, el edificio que lo alberga hace que, por sí solo, la visita merezca la pena. Se trata de la antigua iglesia de San Román, una obra maestra del arte mudéjar toledano del siglo XIII, pues en él se han conservado magníficas pinturas murales
  • Otros museos más pequeños: por todo el casco histórico de Toledo existen otros museos, muchos de ellos pequeños y de iniciativa privada, a menudo más experienciales que divulgativos. Pero todos ellos pueden ser interesantes para perfiles de muy diverso tipo. Se pueden mencionar el Museo de la Tortura, el Museo de los Templarios y Otras Órdenes Militares, el Museo del escultor Victorio Macho (en plena judería de Toledo), el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de CLM o el Museo Taller del Moro
  • Cuevas de Hércules: uno de los vestigios romanos visitables más interesantes de Toledo. Se trata de un antiguo depósito de agua, construido en el subsuelo del centro histórico como parte de la red hidráulica de Toletum. Con el paso de los siglos se convirtió en iglesia visigoda, mezquita musulmana e iglesia cristiana nuevamente
  • Termas Romanas: como gran ciudad romana que fue, Toletum tenía sus propias termas, un lugar a medio camino entre la higiene, la salud y el ocio. Data de finales del siglo I d.C. Un recorrido por sus diferentes vasos nos permite conocer en qué consistía este ritual de baño que todavía hoy sigue siendo fuente de inspiración por sus beneficios para el cuerpo y la mente
  • Palacio de Galiana: aunque en la actualidad es un palacio empleado para eventos, es visitable para todo aquel que desee descubrirlo. En el siglo XX experimentó una profunda rehabilitación por Fernando Chueca Goitia, pero este arquitecto lo hizo desde un gran respeto por la estructura original, del siglo XI. Por ello, es un magnífico lugar para conocer cómo debió de ser la arquitectura aristocrática en la taifa de Toledo, pues la mandó construir como palacio de recreo el rey Al Mamún
  • Real Colegio de Doncellas Nobles: institución educativa creada por el Cardenal Silíceo en el siglo XVI. Y precisamente aquí se ubica su sepulcro de mármol. Una visita a su interior es un viaje a una época en la que la educación femenina era un lujo y, de hecho, estaba orientada principalmente a la formación como ‘buenas madres’
  • Puertas de la muralla: el centro histórico de Toledo está rodeado por murallas en prácticamente todo su perímetro. Y en estas murallas se conservan algunas puertas realmente monumentales. Las más importantes son las siguientes: 
    • La Puerta de Bisagra Vieja, también conocida como de Alfonso VI, pues cuenta la leyenda que es la que atravesó el rey castellanoleonés en 1085 cuando tomó la ciudad. Muestra una mezcla de estilos, donde se reconoce la mano del arte hispanomusulmán, con un llamativo arco de herradura con dintel
    • La Puerta Nueva de Bisagra se encuentra cerca de la anterior pero se construyó mucho tiempo después, por el impulso de otro rey: Carlos I de España y V de Alemania. Por ello, su estilo renacentista es evidente. En realidad es una doble puerta con torreones, a modo de mini castillo. En su parte exterior se puede contemplar uno de los escudos más espectaculares de la ciudad, que da la bienvenida a los visitantes que entran al casco histórico por su lado norte
    • Puerta del Cambrón: es una de las puertas que acerca al visitante a la judería de Toledo. Su aspecto refleja el estilo de los Austrias, pues se construyó en tiempos de Felipe II
    • Puerta del Sol: la que daba entrada al barrio árabe en época medieval, llama la atención por exótico estilo mudéjar
  • Puentes Históricos: dada la singular ubicación geográfica de Toledo, abrazada por un meandro del Tajo en casi todos sus lados, se hacía imprescindible entrar a la ciudad a través de dos puentes. En la actualidad se conservan en muy buen estado y son dignos de conocerse:
    • Puente de San Martín: data del siglo XIII, aunque con remodelaciones y añadidos posteriores, como el torreón de entrada de tiempos de Carlos II (finales del siglo XVI). Es el puente que lleva a la judería de Toledo, después de subir una pronunciada cuesta por la Bajada de San Martín
    • Puente de Alcántara: muy parecido al anterior, aunque algo más estrecho, también conserva dos torreones que le dan un aspecto fortificado. Se tiene constancia de que ya en época romana había un puente en esta zona, por donde discurría de manera paralela el acueducto romano. Sus torreones actuales se construyeron en tiempos de los Reyes Católicos (finales del siglo XV) y del primer Borbón, Felipe V (comienzos del siglo XVIII)
  • Plaza de Zocodover: es el centro neurálgico de la ciudad. Su nombre deriva de la palabra ‘souk’ o zoco en árabe, puesto que aquí en época medieval se organizaba un mercado de animales. Su edificio principal tuvo que ser reconstruido en los años 40, puesto que fue destruido durante la Guerra Civil. Su Arco de la Sangre es una magnífica ventana al paisaje toledano circundante, con una escultura a Miguel de Cervantes en la base de las escaleras que ofrece, sin duda, uno de los retratos favoritos entre los turistas
  • Plaza del Ayuntamiento: es la otra gran plaza del casco histórico. El edificio principal es la catedral, pero también hay otros que merece la pena conocer. Por un lado, el que da nombre a la plaza: el Ayuntamiento o Casa Consistorial, en estilo barroco de los Austrias, por los arquitectos Nicolas Vergara el Viejo y el Mozo. Por otro lado, el Palacio Arzobispal, sede del Arzobispado de Toledo. En esta plaza también destaca la escultura-fuente de la artista vasca Cristina Iglesias, llamada Tres Aguas
  • Barrio de los Canónigos: pintoresco barrio a espaldas de la catedral, llamado así porque alojaba a la numerosa población de carácter eclesiástico de la ciudad. En la actualidad está en fase de renovación, con proyectos hoteleros, pero mantiene el encanto y la quietud en muchos de sus rincones
  • Patios toledanos: buena parte de la belleza de Toledo está ‘escondida’ de puertas adentro. En concreto, en sus patios particulares. Muchos son los palacios y casas tradicionales que albergan en su interior un patio típico toledano, algunos de aire más manchego, otros de carácter más mudéjar y arabizante, pero todos ellos muy interesantes. El mejor momento para descubrirlos es durante las Fiestas del Corpus Christi, cuando sus propietarios se ponen de acuerdo para abrir sus puertas, organizar conciertos y eventos, decorarlos de manera especial y participar en un concurso para elegir el más bonito. Pero para quienes viajen a la ciudad en cualquier otro momento del año, recomendamos visitar el patio del Palacio de Fuensalida, junto a la iglesia de San Ginés y, por tanto, junto a la judería de Toledo. Hoy es sede de la Presidencia de Castilla-La Mancha, pero en horario ‘de oficina’ permiten que los visitantes se asomen a su patio
  • Castillo de San Servando: esta estructura no es visitable (curiosamente, hoy se emplea como albergue juvenil), pero sí visible desde muchos puntos de la ciudad. Y resulta muy interesante, pues su construcción data de finales del siglo XI, justo después de la toma de Toledo por Alfonso VI, así que es una buena muestra de aquella arquitectura militar-defensiva de la época de la Reconquista, aunque lógicamente ha sufrido modificaciones importantes con el paso del tiempo
  • Mirador del Valle – Panorámica de la Carretera de Circunvalación: los amantes de las vistas panorámicas tienen una cita ineludible con esta carretera que discurre por la ladera de la colina que se alza frente a la del casco histórico. Para dar cuenta de su belleza basta citar su reciente reconocimiento como ‘la Panorámica Más Bonita del Mundo’, otorgado por la Oficina de Congresos y Convention Bureau de Japón (Yakei)

Pulsera Turística para visitar monumentos en la judería de Toledo

Como en otras ciudades, en Toledo existe una Pulsera Turística a modo de abono para visitar determinados monumentos. Así que es lógico preguntarse: “¿merece la pena?”. Para visitar los monumentos del Toledo sefardí, sí puede ser interesante, puesto que incluye la entrada a la Sinagoga de Santa María la Blanca. Cabe decir que la institución que gestiona la Pulsera Turística es el Arzobispado de Toledo, no el Ayuntamiento o la Junta de Castilla-La Mancha. Por tanto, es válida para visitar los monumentos gestionados por el Arzobispado, algunos de los cuales se encuentran en plena judería de Toledo. Pero quedan excluidos de esta Pulsera otros monumentos clave, como la Catedral.

La lista de monumentos incluidos en la Pulsera Turística son:

  • Sinagoga de Santa María la Blanca
  • San Juan de los Reyes
  • Iglesia del Salvador
  • Antigua Mezquita del Cristo de la Luz
  • Iglesia de Santo Tomé (capilla con el cuadro El entierro del señor de Orgaz)
  • Iglesia de los Jesuitas
  • Real Colegio de Doncellas Nobles

Por tanto, en esta Pulsera Turística no entran los otros tres espacios visitables que mencionábamos en el aparatdo de la judería de Toledo: Museo Sefardí, Casa del Judío, Museo del Greco.

Qué hacer en Toledo

Por supuesto, visitar el Toledo sefardí y los monumentos del casco histórico es uno de los principales planes para quienes viajan hasta esta ciudad. Sin embargo, también hay otras formas de entretenimiento y diversión en Toledo, pensados para perfiles de todo tipo. Estas son las principales propuestas.

Artesanía de Toledo

Ir de compras: artesanía y productos gastronómicos en Toledo

En Toledo, la artesanía mantiene todo su encanto y esplendor. Por ello, ir de compras por la ciudad es la primera propuesta que podemos sugerir. Y por suerte, muchos de esos productos artesanales y tradicionales están relacionados con el Toledo sefardí.

Por ejemplo, en las tiendas de las sinagogas de la judería de Toledo se pueden encontrar piezas textiles de gran valor, como talits. En las tiendas de artesanía de esta zona también se pueden encontrar productos similares ya confeccionados, o bien se pueden encargar de manera personalizada.

Uno de los objetos más representativos de la artesanía local es el damasquinado. Y en la judería de Toledo se encuentran algunos de los mejores artesanos. Esta técnica joyera parece ser que procede de Damasco, por tanto, la habrían traído los primeros musulmanes llegados a la ciudad. Y aquí ha permanecido con el paso de los siglos hasta convertirse en una seña de identidad de Toledo. De hecho, se emplea también para crear joyas de inspiración cristiana y judía. Es fácil de reconocer porque sobre un fondo negro (acero o hierro) se incrustan hilos de oro o plata de diseños muy variados. Es por ello que en los escaparates de la judería de Toledo verás colgantes, pendientes, platos decorativos y otros objetos con simbología hebrea, como la Menoráh o la Estrella de David. En algunas de estas tiendas o talleres podrás ver incluso como trabajan los maestros damasquineros, con punzón y martillo en mano.

El otro gran símbolo de la artesanía toledana son sus espadas. Desde tiempos inmemoriales, la producción de acero ha tenido gran prestigio en Toledo. Aunque aquí no hay yacimientos naturales de hierro, se importó desde otros lugares y se desarrolló una técnica única y diferente a la de otros centros de producción, al parecer por el uso del agua del río Tajo para templar por segunda vez el material. Eso le confiere su característica diferenciadora: su extrema flexibilidad, pudiéndose doblar sin llegar a romperse. Si bien tiempo atrás esta producción nutría de armas a caballeros que realizaban la carrera militar, lo cierto es que en la actualidad han quedado como un objeto de honor o conmemoración, ideal para regalos. Al tratarse de un objeto que, lógicamente, no es aceptado como equipaje de mano en aviones, las tiendas productoras de espadas se encargan del envío a casa para sus clientes.

Mención especial merece también la cerámica toledana. Por un lado podemos encontrar talleres de artistas locales en los que se utilizan técnicas tradicionales de la ciudad, que antiguamente producían los artesanos musulmanes de Toledo para sefardíes y cristianos, tanto para decorar templos como el hogar y espacios privados. Es el caso de la cerámica de cuerda seca, que se emplea a menudo para crear azulejos con motivos iconográficos judíos. Toledo, de hecho, fue uno de los grandes productores de estos artículos durante la Edad Media.

Y por otro lado, cabe hablar de la cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, dos municipios de la provincia de Toledo. Este tipo de artesanía fue reconocida Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y presenta una rica variedad de diseños y objetos: jarros, azulejos, vajilla, etc. Tiene origen musulmán, pero alcanzó su cénit en tiempos de los Austrias. Destacan las decoraciones florales, animales, con predominio de colores blanco y azul, pero no solo.

Por último, los amantes de la gastronomía disfrutarán yendo de compras por las numerosas tiendas de alimentos tradicionales, situadas en el casco histórico. En ellas se venden productos señeros de la cocina toledana y manchega, entre los que se pueden citar:

  • Vino local: hay que recordar que existen ocho Denominaciones de Origen en Castilla-La Mancha, doce Vinos de pago y muchos otros que entran dentro de la categoría Vino de la Tierra de Castilla, algunos de ellos producidos en la provincia de Toledo
  • Queso manchego, producido en numerosos municipios de Castilla-La Mancha, entre ellos algunos de la provincia de Toledo. Para ello, se emplea exclusivamente leche de oveja de raza manchega y se produce con una serie de fases y técnicas muy definidas. Es la mejor opción de maridaje para los mencionados vinos
  • Mazapán: es el dulce más característico de la ciudad, con tiendas en la judería de Toledo y en otros puntos del casco histórico. Está reconocido con Indicación Geográfica Protegida. Los dulces vendidos bajo esa categoría deben tener almendras locales como ingrediente principal de la pasta, representando al menos el 50% del peso total del dulce. 
Toledo Fiestas
Fiestas de Toledo

Disfrutar de las fiestas de Toledo

A lo largo del año hay diferentes fiestas en Toledo, así que si tu viaje coincide con ellas, podrás beneficiarte de su programa de actividades o de las propuestas de ocio relacionadas. Esta es una lista con las principales:

  • Fiestas sefardíes en Toledo: algunas fechas importantes para la comunidad judía se celebran en la judería de Toledo. En particular, en el Museo Sefardí. Por ejemplo, la Janucá o Fiesta de las Luces
  • Semana Sefardí de Toledo: se celebra anualmente, en fechas variables. Durante cerca de 7 días se organizan visitas guiadas, visitas teatralizadas o conciertos en las dos sinagogas, entre otras actividades. Unos conciertos que tratan de recuperar la música tradicional medieval y expresiones folclóricas relacionadas con el Toledo sefardí, la música hebrea, etc.
  • Corpus Christi: se celebra en fechas variables, pues depende de cómo cae ese año la Semana Santa, pero siempre suele ser a finales de privamera. El acto central es religioso: la procesión por las calles de la ciudad, en la que procesiona la famosa Custodia de la Catedral. Pero en esos días hay otros muchos eventos, como conciertos, degustaciones, exposiciones, etc. Mención especial merece la decoración de patios toledanos, que sus vecinos abren al público para contemplarse de manera excepcional
  • Semana Santa: otra celebración religiosa, protagonizada por procesiones. Fue declarada de Interés Turístico Internacional. A diferencia de otras Semanas Santas, como las andaluzas (Sevilla, Málaga, etc.), sus procesiones son a menudo nocturnas y silenciosas, donde la emoción es contenida e interior
  • Carnaval: su programa de actividades está muy enfocado al público infantil (cuentacuentos, fiestas de disfraces, talleres, etc.), por lo que puede ser una buena propuesta para quienes vienen a descubrir el Toledo sefardí con niños
  • Navidad: al igual que el Carnaval, cuenta con un programa repleto de actividades para los más pequeños. Además, la ciudad se engalana con luces y adornos por los principales puntos del casco histórico

Toledo para niños: tirolina y Puy de Fou

Ya que mencionamos a los niños, añadimos aquí dos de las propuestas más interesantes para ellos. En primer lugar, Fly Toledo, la tirolina urbana más grande de Europa, según la empresa organizadora. Se trata de un descenso en paralelo al Puente de San Martín, cruzando el río Tajo, y por tanto muy cerca de la judería de Toledo. No hay límite de edad para lanzarse por ella, pero según los organizadores está indicada para niños desde Educación Primaria.

La otra gran propuesta para niños en los alrededores de Toledo es Puy de Fou: se trata de un parque temático que sigue las líneas maestras de su matriz en Francia. Es decir, un gran recinto en el que la Historia sirve de hilo conductor para generar entretenimiento. Aquí se han levantado construcciones (pueblos, aldeas, talleres, alijares) desde cero para recrear los diferentes periodos históricos de Toledo, así como sus tradiciones. Por ejemplo, El Sibarita es un puesto gastronómico inspirado en el Toledo Sefardí, concretamente en la imaginaria casa de Yosef El Sefardí, en el que se venden aceites, mermeladas y otras delicias. El gran aliciente de Puy de Fou son los espectáculos musicales y teatrales, tanto diurnos como nocturnos, siendo el más importante de todos El Sueño de Toledo, de 80 minutos de duración.

Otras propuestas para cualquier momento del año

Además de las propuestas temporales, hay otras que se pueden realizar durante todo el año. Por ejemplo, los amantes de la gastronomía y la enología encontrarán numerosos restaurantes y tabernas, algunas de ellas en plena judería de Toledo, en las que se pueden degustar platos típicos locales como la perdiz a la toledana, la trucha a la toledana o el arroz a la toledana. El plato más tradicional es la carcamusa, pero debes saber que contiene carne de magro de cerdo.

Si además de la gastronomía te gusta disfrutar del momento en sí, seguramente te gusten las terrazas con vistas panorámicas. En el casco histórico hay algunos establecimientos que cuentan con una, como la Terraza Azotea de Carlos, la Terraza Restaurante Bu o la Terraza Miradero. Pero probablemente la más famosa (y también la de mayor calidad) sea la Terraza del Parador Nacional.

Por último, cabe decir que en Toledo, a diferencia de otras ciudades españolas, se organizan viajes en globo, una experiencia que está sujeta a las condiciones meteorológicas del momento. Y quienes tienen la suerte de participar en uno de esos vuelos, disfrutan de unas vistas sencillamente inigualables del casco histórico de la ciudad, abrazado por el meandro del río Tajo.

Cómo llegar a Toledo

Si quieres visitar el Toledo sefardí como una excursión o como un viaje de varios días, puedes valorar las siguientes opciones para llegar a esta ciudad:

Cómo llegar a Toledo en coche

Es la opción más habitual para quienes llegan a Toledo cada día, ya sean residentes, trabajadores o turistas. Y lo cierto es que la ciudad está muy bien comunicada con su entorno gracias a diferentes autopistas, todas ellas sin peaje. Esta es una lista de las principales vías de acceso por carretera, según la región de procedencia:

  • Por el sur, desde Andalucía central y Oriental (Jaén, Córdoba, Granada, Málaga y Almería): la CM-42 es el principal acceso a la ciudad desde el sur. En esta autopista, a la altura de Madridejos, confluyen la A-4 (procedente de Andalucía) y diversas carreteras importantes del sur de Castilla-La Mancha
  • Por el oeste, desde Andalucía Occidental (Sevilla, Huelva y Cádiz): la CM/A-40 y su continuación, la TO-21, son el principal acceso por el este. Por este acceso suelen llegar quienes viajan desde Talavera de la Reina, Extremadura y Andalucía Occidental, pero también quienes lo hacen desde Ávila y Segovia
  • Por el norte, desde Madrid: a través de la A-42, que es la autopista que conecta la capital con Toledo

Cómo llegar a Toledo en autobús

Toledo cuenta con su propia estación de autobuses, muy cercana al casco histórico y a otros puntos de interés de la ciudad, como el museo Hospital Tavera. Por ello, quienes lleguen a Toledo utilizando este medio de transporte, solo tendrán que caminar 300 metros hasta las Escaleras Nuevas y, con ellas, llegarán a la Plaza de Zocodover. Esta es una lista de líneas regulares importantes, y sus respectivas compañías:

  • Toledo-Madrid: con la compañía ALSA. Hay dos opciones:
    • Con origen/destino en la estación de Plaza Elíptica, al sur de Madrid. Duración aproximada: entre 50 minutos y 1 hora y 15 minutos
    • Con origen/destino en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Duración aproximada: 1 hora y 25 minutos
  • Toledo-Sintra (Portugal): con la compañía Flixbus, se trata de una de las pocas líneas regulares internacionales que llegan a Toledo
  • Toledo-Albacete: con la compañía AISA
  • Toledo-Guadalajara: con la compañía ALSA
  • Toledo-Ciudad Real: con la compañía Interbus
  • Otros destinos locales, con municipios de la provincia de Toledo y del resto de Castilla-La Mancha

Cómo llegar a Toledo en tren

Para muchos, llegar a Toledo en tren es la opción más cómoda, puesto que hasta aquí llega el servicio de alta velocidad español (trenes AVANT). Pero tiene una importante limitación: solo opera una línea, la de Madrid Puerta de Atocha – Toledo, cuyo trayecto tiene una duración aproximada de 35 minutos.

Es decir, la estación de Toledo es lo que se conoce como ‘estación de carácter terminal’, en la que no se pueden hacer transbordos. Por tanto, esta no es una solución para quienes desean viajar desde Andalucía a Toledo. Sin embargo, dado que Madrid Puerta de Atocha es la estación más importante de la capital de España, sí permite realizar transbordos rápidos para quienes viajan a ella en tren de alta velocidad (AVE). Por ejemplo, para los viajeros con origen en Málaga, Granada, Sevilla o Córdoba.

La estación de tren, situada en el Paseo de la Rosa, es famosa además por su belleza: su estilo neomudéjar la convierte en una de las más hermosas de todo el país, sobre todo gracias a su restauración en 2005. Su arquitectura de ladrillo y mampostería (aparejo toledano) recuerdan a los monumentos del casco antiguo, en particular a las sinagogas del Toledo sefardí. Y lo mismo ocurre con su decoración interior, a base de cerámica local y un forjado en la techumbre que se inspira en los artesonados de madera de los templos toledanos.

Para llegar desde aquí al centro, encontrarás numerosos taxis a la salida. No obstante, también puedes tomar un autobús (hasta 10 líneas pasan por la puerta) o bien caminar. Si esta última es tu opción elegida, debes calcular 20 minutos a pie hasta las Escaleras Nuevas, cruzando el histórico Puente de Alcántara.

Cómo llegar a Toledo en avión

Toledo no cuenta con aeropuerto propio para vuelos comerciales. Por tanto, para quienes desean llegar directamente a esta ciudad desde un lugar lejano, deberán volar al aeropuerto de Madrid-Barajas, que es el más cercano, a unos 85 km. Y desde ahí, tomar una solución complementaria para llegar a Toledo. Hay dos grandes opciones: el transporte en vehículo privado por carretera (la opción más cómoda y personalizable) y el autobús, puesto que la empresa ALSA cuenta con una línea directa desde la T4 de ese aeropuerto madrileño. Tiene una frecuencia diaria, con salida a la hora del mediodía, aproximadamente.

Por lo que respecta a los aeropuertos andaluces, esta es la distancia aproximada desde ellos:

  • Aeropuerto de Granada-Jaén: 370 km
  • Aeropuerto de Sevilla: 470 km
  • Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol: 490 km

Por otro lado, si ponemos la vista en el futuro, cabe citar otros dos aeropuertos. El primero de ellos, el Aeropuerto Internacional de Ciudad Real (CRIA), inaugurado en 2008 pero que acabó cerrando en 2012 por falta de vuelos. En la actualidad, se ha reabierto pero sin vuelos, dando otros servicios técnicos complementarios (maniobras privadas, desguace de aviones, etc.). Si se decidiera reactivar esta infraestructura, sería una interesante puerta de entrada a la ciudad de Toledo e incluso al norte de Andalucía, pues se ubica a unos 140 km de Toledo y a 170 km de ciudades como Córdoba y Jaén. 

Y el segundo aeropuerto a mencionar es Madrid Air City, una infraestructura que está en fase de estudio. Sería la ampliación del aeródromo de Casarrubios-El Álamo, en el sur de la Comunidad de Madrid, orientado principalmente a los vuelos de negocios y low cost. Y se convertiría en la mejor opción para vuelos directos a Toledo, pues se ubicaría a menos de 50 km de la ciudad.

Cómo moverse por Toledo

La orografía de Toledo y las intrincadas calles del casco histórico dificultan la movilidad para los turistas. Y el hecho de tratarse de una ciudad relativamente pequeña hace inviables otros sistemas de transporte como el Metro o el ferrocarril urbano. Por ello, para descubrir el Toledo sefardí y el resto de lugares de interés de la ciudad, deberás recurrir a estos medios de transporte disponibles:

  • A pie: es el medio de transporte más económico y más saludable. Y en el caso de Toledo, el más efectivo, puesto que en el casco histórico las calles son tan estrechas y retorcidas que las otras opciones se ven muy limitadas. Las distancias en esta zona no son muy grandes (1,5 km de un extremo a otro), pero debes tomarte cualquier desplazamiento con calma, puesto que prácticamente todas las calles están en pendiente, y en algunos casos, con cuestas muy pronunciadas. Eso, unido al empedrado de aspecto antiguo de muchas calles, hace recomendable el uso de calzado cómodo durante la visita por la ciudad. También debes tener en cuenta que hay dos grandes sistemas de remontes o escaleras mecánicas para acceder al centro, lo cual da cuenta del gran desnivel que encontrarás en Toledo. Son las siguientes, y ambas están en la zona norte del centro:
    • Remonte del Paseo de Recaredo o Escaleras Viejas
    • Remonte de Safont o Escaleras Nuevas 
  • Autobús urbano: es el medio de transporte más popular entre los toledanos y está gestionado por la empresa Unauto. El precio del billete sencillo es 1,40€ (en 2022), mientras que con una Tarjeta Bono Bus el precio por trayecto es de 0,64€ (recarga mínima de 5€). No obstante, debes tener en cuenta que no llega a todas las áreas del casco histórico, por una simple cuestión de espacio: los autobuses no caben en la mayoría de las calles de la parte vieja. Pero por suerte, por la judería de Toledo sí pasan dos de las pocas líneas que se adentran en el casco histórico. En concreto, la L2 y la L12, que recorren la calle de los Reyes Católicos y pasan por la puerta de la Sinagoga de Santa María la Blanca y la Sinagoga del Tránsito, llegando hasta la Plaza del Conde (Palacio de Fuensalida e iglesia de Santo Tomé). Al otro lado del casco antiguo, la Plaza de Zocodover y el Alcázar actúan como gran epicentro para los autobuses urbanos, con paradas de trece líneas distintas, subiendo y bajando por el único itinerario posible: la Puerta de Bisagra y la calle Real del Arrabal. Por tanto, para llegar al centro histórico y visitar su sector central y oriental, la opción más cómoda es viajar hasta Zocodover y continuar a pie
  • Autobús panorámico y tren turístico: conviene mencionar también la opción del autobús panorámico y el tren turístico. Al igual que el autobús público, ambas soluciones llegan hasta Zocodover por la calle del Arrabal, pero también te puede llevar a otro punto de gran interés turístico: el Mirador del Valle, en la Carretera de Circunvalación. La única línea de autobús público que te llevará hasta este mirador es la L71
  • Vehículo privado: si decides alquilar un coche para viajar a Toledo, mentalízate de que tendrás importantes limitaciones para moverte con él por el centro. Y no hablamos de las eventuales restricciones por la zona de bajas emisiones (obligatoria por normativa estatal pero sin implementar en 2022), sino por la imposibilidad de circular en la mayoría de calles del casco histórico y la judería de Toledo. Por ello, lo más habitual para viajeros que optan por este medio de transporte es utilizar los aparcamientos subterráneos ubicados en puntos estratégicos del centro, en especial los siguientes:
    • Parking Miradero-Centro, conocido popularmente como el de las Escaleras Nuevas: Calle Gerardo Lobo s/n. Está conectado con las Escaleras Nuevas, cuya boca superior lleva a la Plaza de Zocodover
    • Parking Corralillo de San Miguel: Calle Corralillo de San Miguel s/n. Conecta directamente con el Alcázar
    • Parking Recaredo o de las Escaleras Viejas: Paseo de Recaredo, 22,
    • Parking Santo Tomé: Cuesta de los Capuchinos s/n. Más pequeño pero muy céntrico, uno de los mejores para llegar hasta la judería de Toledo
    • Garaje Alcázar: Cuesta de los Capuchinos 6. Pequeño garaje con plazas junto al Alcázar
    • ORA (Servicio de Estacionamiento Regulado) y aparcamiento de pago en superficie: hay determinadas zonas con mayor disponibilidad de plazas en superficie, como en el Paseo de Recaredo, también cercano a la judería de Toledo
    • Aparcamientos públicos gratuitos al aire libre: en el entorno del casco histórico hay varios aparcamientos de gran capacidad que permiten estacionar el coche por tiempo ilimitado, sin coste alguno y sin problemas de seguridad. Ahora bien: a pesar de su gran capacidad… suelen estar llenos, especialmente después de la hora de entrada al trabajo (a partir de las 8.00 de la mañana). Por tanto, no está demás probar suerte, pero tendrás que hacerte a la idea de que quizás no la tengas. Los dos parkings existentes son el de Safont (635 plazas, junto a la estación de autobuses) y el de Azarquiel/Paseo de la Rosa (500 plazas, cerca de la estación de tren)
  • Taxi: es una muy buena opción para moverse por los barrios fuera del casco histórico y para llegar a las dos cabeceras de transporte mencionadas en el apartado de autobús (Zocodover y la Plaza del Conde). Además, al ser una ciudad pequeña, los trayectos suelen ser cortos y, por tanto, el precio de la carrera nunca será demasiado elevado. Para que te sirva de referencia, un trayecto entre la estación de tren y la plaza de Zocodover puede rondar los 7€. Y quienes quieran aprovechar esa misma carrera para hacer la ruta panorámica por el Mirador del Valle, el precio suele rondar los 12€. Los taxistas están autorizados para introducirse en las callejuelas del casco antiguo, aunque no podemos garantizar al 100% que puedan llegar hasta la misma puerta de todos los hoteles, por lo que cabe la posibilidad de que las últimas decenas de metros tengan que hacerse a pie… con las maletas en mano y quizás por un terreno empedrado y empinado
  • Bicicleta: en Toledo, la bicicleta prácticamente no se utiliza como medio de transporte por turistas. Nada más llegar a la ciudad te darás cuenta de ello: ¡sus cuestas son una auténtica tortura para pedalear! Además, sus callejuelas siempre repletas de peatones hacen incómodo (e incluso peligroso) cualquier trayecto ciclista por el casco histórico y la judería de Toledo. Por ello, prácticamente no hay carriles bici (solo uno en la zona de la Universidad, que sí es más plana por estar en la vega del río Tajo) y, por tanto, tampoco hay servicio público de bicicletas. Además, hay muy pocas empresas privadas que se dediquen al alquiler, y están orientadas más bien al alquiler de modelos BTT para hacer rutas por el entorno

Oficinas de Información turística en Toledo

En Toledo encontrarás varias oficinas de turismo repartidas por la ciudad, aunque ninguna de ellas está en la judería de Toledo. Debes saber que unas son municipales, otras provinciales y otras regionales. Por tanto, la información que recibirás en ellas variará:

  • Oficinas municipales: se centran en la oferta turística de la ciudad de Toledo. Son:
    • Plaza de Zocodover, 6, en el centro neurálgico de la ciudad
    • Plaza de Zocodover, s/n, a modo de pequeño quiosco para descongestionar la otra oficina. Útil para consultas rápidas y folletos
    • Plaza del Ayuntamiento s/n, en la plaza donde se ubica la catedral
    • Paseo de la Rosa, s/n, en la estación de tren
  • Oficina provincial de la Diputación: ofrece información de toda la provincia. Se encuentra en la Calle Subida de la Granja, s/n
  • Oficina de la Junta de Castilla-La Mancha: ofrecen información de la provincia y de otras provincias de la comunidad. Se encuentra en Paseo de Merchán s/n, frente a la Puerta Nueva de Bisagra